28 ene 2016

Si son como esponjas ¿por qué no le damos lo mejor?

Muchas veces me pregunto ¿Cómo es que hemos repetido y escuchado en tantas ocasiones la frase de "los niños son esponjas para aprender" y aún hay sociedades donde no se procura ofrecer servicios y ocio de calidad para ellos?
Al conocer hijos e hijas de padres y madres apasionados, dedicados a una profesión en la que buscan crecer, me he encontrado con pequeños talentosos, y no necesariamente porque se les fuerce a algo, sino que la inercia misma de la rutina diaria los lleva a eso.
Hijos o hijas de músicos o aficionados al jazz o música clásica crecen escuchando una música compleja pero que la asimilan fácilmente. Hijos o hijas de científicos que poseen una gran inteligencia lógico-matemática y una curiosidad muy activa. Hijos o hijas de artistas plásticos que crean maravillosas pinturas u otras obra de arte y así podríamos seguir con una gran cantidad de ejemplos y en todos los casos sucede lo mismo.
En los años que llevo trabajando con niños y niñas me he encontrado con todo tipo de situaciones: personitas con muchos estímulos, con pocos estímulos y los que ni lo uno ni lo otro, y por este motivo es que creo que debemos generar más espacios y ofertas artísticas que estén al nivel de su capacidad, que aporten a sus pequeñas almas para ayudar a enriquecerlos y abrir puertas que de otra manera no se lograrían abrir.
En el terreno que me toca, de la música principalmente, debo decir que es verdad que si pones unos colores llamativos, unos muñecotes enormes y un grupo de chicos y/o chicas vestidos de colores cantando o bailando sobre pistas musicales (muchas veces de una dudosa calidad) lograran obtener la atención de los más pequeños, pero pregunto ¿qué les estamos dando a esas esponjitas?.
A raíz de mi experiencia con Pim Pam Plum y de ver a padres y madres que llevan a sus hijos a diferentes espectáculos artísticos, me he encontrado que cuando les ofreces un grupo haciendo buena música en directo, también logras captar su atención de principio a fin, más allá de la complejidad de la música y sin necesidad de hablarles como tontos.
Por supuesto que hay que saber dirigirse a ellos, pero la clave está en la calidad artística de lo que haces, en el amor que pones y el respeto a ese público. Cuando damos un concierto siempre están ahí esos ojitos que van desde los 0 años hasta los más grandes, sin dejar de prestar atención ni un minuto ¡cuántas veces han venido madres o padres a decirme lo sorprendidos que están de ver a su hijo/a que ha estado la hora entera prestando atención! y encima ellos también han estado a gusto porque están viendo buenos músicos, canciones trabajadas y la ejecución en directo.

En el tiempo que llevo trabajando con los más pequeños me he encontrado muhisimas veces con gente que no está para nada relacionada con el mundo musical y me preguntan ¿qué me recomiendas hacer para acercar a mi hijo/a a la música? en estas situaciones no puedo dejar de hablar de las esponjas y les digo que hay que darles variedad y calidad, no estancarse con un solo tipo de música porque puedes correr el riesgo de desaprovechar esa etapa en la que su cerebro es tan productivo y darle solo un producto que en algunos casos puede ser muy pobre musicalmente hablando. Le ayudará más escuchar la música que gusta a su familia, o sentarse a descubrir juntos nueva música, que oiga diferentes estilos, diferentes timbres, que oiga música hecha en directo y a los grandes de la historia musical (del mundo de la música clásica, del rock, de la música tradicional y popular, del pop, de cualquier estilo) Esto mismo lo podemos trasladar al mundo de las artes plásticas, del teatro, de la danza, del circo, de la literatura, etc, etc.

Demos a estas esponjitas lo mejor y nos sorprenderemos de los resultados

Maru

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